A medida que se acerca la medianoche, las terrazas se inundan de gogós deliciosas, drag-queens con vestimenta espectacular y abdominal tallado a cincel, procesiones bizarras de curas y monjas viciosos, diablos esculturales y angelitas demoníacas. Es la fase pre-desfase. Entre el público, gente con pasta -o que aparenta tenerla- de todas las edades. Maduros con jovencitas y viceversa. Mucho tetamen comprimido hasta la hipoxia y kilos de maquillaje que intentan restar décadas a la naturaleza, pero también mucha belleza serena con aire hippie: festival del vestido ligero, del no-sujetador --y del todo-en-su-sitio a pesar de ello--. Es imposible pasear por el puerto sin pensar en algún momento "os quiero a todas para mí", como es imposible pasear por entre los cercanos locales gays sin que alguno de sus clientes -mayoritariamente hombres- me quiera para sí. Un mes en ibiza y te vuelves inevitablemente un canalla.
Ibiza es un festival continuo de DJ. En Barcelona, los carteles más grandes junto a las carreteras anuncian el centro comercial Ànec Blau -¡los 365 días abierto, qué logro!- y el Alcampo a 2 kilómetros. En Ibiza, los carteles gigantes anuncian a Paul van Dyk, Above & Beyond, Tiesto, Armin van Buuren, Marcus Schulz, Carl Cox, Andy Moor... Allí todo el mundo está acostumbrado a las caras de los DJ sin necesidad de buscar por imágenes en Google. Salas como Amnesia, Space, El Divino o Privilege ponen en marcha una maquinaria de promoción que incluye paneles de gran formato, carteles tamaño A3 que hacen compañia a las fotos de pisos de las inmobiliarias, flyers con descuentos en todos los bares, relaciones públicas, merchandising en tiendas que llevan el mismo nombre que el club en cuestión... Entre mayo y octubre, Ibiza vive consagrada -aparte de al turista- al DJ. Entre la ignorancia a la que se les somete en la península y la veneración que se les rinde en la isla, me quedo con esta última.
De toda la oferta posible, me volví a decantar por Armin van Buuren y su troupe de Armada. Este año decidí rematar el elenco con los Above & Beyond, a los que siempre me he perdido en las ocasiones que han visitado Barcelona. La facilidad de trato del personal de Amnesia con los medios, igual que el año pasado, abrió aún más las puertas a dos noches de trance, poderoso trance, con alguna salvedad.
La salvedad -empiezo por lo amargo, para dejar luego buen sabor de boca- vino con agravio y alevosía, porque vino de la mano del maestro, del padrino de nuevos talentos, del número uno. Sí, señores, lamento decir que Armin van Buuren lució como un aspirante la noche del 9 de septiembre ante una Amnesia abarrotada que le recibió con brazos en alto, como es habitual. Y entonces llegó la incoherencia. Porque muy mal se le tiene que dar a uno con los platos para destrozar una sesión donde mete temazos como el Your shoulders, de Signalrunners, o el Lost, de Sunlounger. Dos guindas en medio de un sonido electro rayante y mal ecualizado pese a los esfuerzos de quienes intentaban que el volumen máster de la sala no pusiese los vumeters al rojo. Lo tengo comprobado: a Armin se la pela la ecualización, porque con los altavoces y la acústica de Amnesia un tema de DJ Shah debería sonar a DJ Shah, no a Benny Bennassi. Tampoco logro entender cómo Armin, que debe contar por miles las demos que llegan al cuartel central de su Armada, se decanta por remixes aberrantes como el de Marcus Schossow sobre Café del mar o esa bazofia que alguien del que no quiero saber ni el nombre ha perpetrado recientemente sobre el Infinity de Guru Josh.
Bendita suerte porque la rancia sesión del holandés fue precedida por una correctísima selección a cargo de Markus Schulz. Estilo serio. Sonido serio, sí, pero bien controlado -y ecualizado, entérate, Armin- y que cambió a tercios más eufóricos que tuvieron su clímax en el fabuloso remix de Kyau & Albert del Out of the Sky, de Lange. Markus entendió que los altavoces de Amnesia no están para hacer estallar los oídos, sino para administrar potencia con control, como aquel anuncio de los neumáticos. Y lo volvió a entender a la perfección cuando, tras una (eterna) hora de Armin, el alemán afincado en Miami volvió a tomar el control de la sala. Aquello volvía a sonar. Los agudos compensados, los graves contundentes y los medios inteligibles, para que se pudieran tararear las melodías. Schulz se pierde a veces en lo desconocido, pero porras, suena bien y se baila bien con un aforo importante pero controlado como el de la sala en cuestión.
De todos modos, habia que poner remedio a aquel sabor agridulce. Las posibilidades de cura eran enormes, puesto que dos días después se anunciaba fiesta Cream, en la misma sala, con los Above & Beyond como protagonistas. Como buenos escuderos, les acompañaron Andy Moor, Giuseppe Ottaviani y Eddie Halliwell. Sólo digo que, después de los Above (y de cuatro días de cala en cala), ya no me quedaron fuerzas.
Si alguien quiere saber por qué los tres componentes (sólo dos, Jono y Paavo, aquella noche) de Above & Beyond tienen los seis cojones más grandes de la escena trance actual tenía que haberse pasado por Amnesia la noche del 11 al 12 de septiembre de 2008. Andy Moor ya les extendió una alfombra roja musical de sonido elegante que culminó con el remix de Cosmic Gate del Sirens of the Sea, de los Above. Un relevo inmejorable que se consumó con un abrazo en cabina. Y entonces todo empezó a vibrar con coherencia y con sentimiento. Ahora Jono, ahora Paavo... Cuatro manos y dos mentes fundidas en un solo pensamiento. La ecualización a raya. Entrega absoluta. Dos temas desconocidos a 135 BPM y, ¡hala!: Beachball, de Nalin & Kane (remix de Gabriel and Dresden) -locura en la pista-; 6 AM, de Cressida (remix de Kyau & Albert) -locura en mi metro cuadrado de zona VIP- y The last time, de Lange -festival, simplemente-.
¿Contundencia? Claro que la hubo, pero con lógica. No hacía falta recurrir al estilo Bennassi. Hay trance de verdad para ello: lo último de Bart Claessen and Dave Schiemann (Madness) y un remix del Gamemaster de Lost Tribe que ponía los pelos de punta.
Había que calmar los ánimos antes de la traca final. Nada mejor que el elegante Good for me, de los propios Above & Beyond. A ellos pertenecían también los temas que cerraron la última media hora: Miracle, Surrender, Alone tonight -con el woooooooh central coreado por la pista a pleno pulmón- y ya no recuerdo si el club mix del Sirens of the Sea. Debieron salir a hombros de allí, pero hay quien cuenta que los Above son gente humilde. Besos al aire de Paavo y Jono, éste con cámara digital en mano para capturar el recuerdo de un público que tenía motivos de sobra para estar agradecido por la sesión. Sin más. Abrazo a Giuseppe Ottaviani y desaparición por el telón de fondo. Esa noche, los esquemas sobre números 1 se me volvieron del revés.
Con el último día de estancia en la isla por delante, me faltaba un ambiente de fiesta diurna por excelencia: Bora Bora, en la playa d'en Bossa. Decoración: 0. Sonido: 6. Selecci
Ahí va la foto para la posteridad.
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