Que las máquinas algún día tendrán conciencia para poder traicionarnos es algo que ya han aventurado numerosos novelistas y directores de cine. En l'After ya ha ocurrido en dos ocasiones. Nos fiamos de cables, tarjetas de sonido, conexiones, faders, como si tuvieran la obligación de funcionar eternamente. Y cuando se deciden a no hacerlo, nos tiramos de los pelos (yo ni eso, por razones obvias).
El pasado domingo no hubo edición del programa por otro capricho de las máquinas. Al día siguiente, Piko, responsable técnico de El Prat Ràdio que sufre en silencio mis mails sobre dudas técnicas, se encargó de explicarme que, alguna que otra vez, al PC del estudio principal le da por no emitir sonido alguno, cual vaca obstinada que un día se niega a llenar la cuba de leche. Como casi todo en la vida informática, se arregla reiniciando.
Por si acaso, en vez de rendir plena confianza al MP3, el próximo domingo llevaré las sintonías del programa y un buen surtido de temas chill out también en soporte CD. Y colocaré dos sillas en el estudio, por aquello de que hombre prevenido...
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